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El trabajo digno

Medio para transformar la realidad


Es el deseo profundo y sincero de búsqueda de realización y felicidad del hombre lo que dignifica su trabajo y no el salario, el carácter del empleador o la oficina lujosa. Es la persona misma la que dignifica su propio trabajo, humanizándolo y dándole valor.


El problema nace cuando se vive para el trabajo, cuando dejamos que nos traten como objetos de una ganancia y reducimos nuestro actuar a la contrapartida de un añorado sueldo mensual. El que dispone de las personas, muchas veces, con sus regaños o halagos lo único que busca es esclavizarlas, para que dependan de sus necesidades y hasta de sus estados de ánimo (y esto acontece no sólo en el trabajo).


Aumentar el salario y disminuir la jornada laboral son cosas que se han obtenido rebelándose, pero la verdadera rebelión debería ser contra la mentalidad que permite que la persona sea explotada como un factor de producción, reduciendo su humanidad a necesidades particulares, sin respetar lo que realmente es. Cada uno busca realizarse y ser feliz, y esta búsqueda es un trabajo. Pero el sistema social en el cual estamos sumergidos y que domina la mentalidad de los jefes y de todos, reduce todos nuestros deseos de transformar la realidad a uno solo: el de cobrar un sueldo, y nuestros esfuerzos se atrofian en simples medios de producción. No se nos considera como seres humanos, que tienen en sí mismos un deseo de realización y felicidad.


Cada profesión es, en cambio, un instrumento a través del cual el hombre transforma la realidad; de hecho, no hay un trabajo más digno que otro, porque mi dignidad consiste en el deseo verdadero y profundo de realización y felicidad que tengo en mi corazón. Entonces, enfrento aquellas horas y aquel lugar con el orgullo y la conciencia de estar verdaderamente trabajando en mi vida.


Todas las formas que tienen las personas para transformar la sociedad son trabajo; por lo tanto, el mismo Centro Cultural One Way, aunque no sea una labor remunerada, nosotros lo consideramos como tal; porque cada ser humano, si no tiene el cerebro destrozado, produce unos juicios y los desea compartir con los demás. En este sentido, tener una actividad cultural no es solamente al pensar de convocar a una charla con este o aquel personaje, sino un trabajo estudiado en base a la experiencia que se está conduciendo, un momento en donde, frente a un público, se testimonia la experiencia que una persona vive.



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